Soy Adrien Alexander Dubois, un joven terrateniente americano descendiente de una familia noble francesa caída en desgracia durante la Revolución de 1789, también soy licenciado en historia de las religiones y un aficionado a investigar sobre antiguos cultos y sectas desconocidas por la gran mayoría de la gente. Heredé mis terrenos cuando mi padre cayó enfermo de la mente combatiendo en la Gran Guerra, por lo que ahora vive encerrado en un hospital psiquiátrico. Al ver que tenía amasada una buena cantidad de dinero la cual crecía, me decidí a recomprar las antiguas posesiones de mi familia en Francia para utilizar la antigua mansión familiar, la Manoir d’Ango, como vivienda de vacaciones. Comprarla no fue algo excesivamente complicado, ya que ofrecí directamente una suma muy jugosa, además, en cuanto la vi, me cautivó y enamoró a primera vista. En un casi perfecto estado de conservación, es una mansión renacentista con un famoso palomar capaz de albergar hasta 3200 palomas, contando también con un precioso patio central, y no solo me atrajo lo arquitectónico, sino también el ambiente de los alrededores, ya que se encuentra a solo dos kilómetros de la playa, en la pequeña localidad de Varengeville-sur-Mer. Todo esto ocurrió en octubre del 1924, y para el verano del siguiente año ya estaba todo en perfecto estado, ya que hubo que hacer una serie de arreglos menores antes de que me instalase allí. Sin embargo, sentía que en esa casa ocurría algo extraño, y fue entonces cuando los obreros me dijeron que por la noche ocurrían sucesos extraños, que se veían unas extrañas luces flotando por los alrededores del palomar, pero en ese momento me pareció una superstición inventada por unos obreros que habían escuchado demasiadas historias de fantasmas.
Me instalé plácidamente en una de las habitaciones más cercanas al palomar, para demostrar que ahí no había nada extraño, pese a que soy una persona dispuesta a escuchar diferentes teorías paranormales. Durante la primera noche estaba exhausto, por lo que caí rendido en la cama y no desperté hasta bien entrada la mañana, pero para la siguiente noche me decidí a ahorrar energía para no dormir tan profundamente, así que organicé una cena con unos amigos. Fue una cena sencilla a la vez que animada, donde tratamos temas diversos, incluyendo las extrañas luces, sobre las cuales hicimos un par de bromas. Cuando se hubieron retirado todos de madrugada, decidí dar un pequeño paseo por el patio para relajar un poco la mente, cuando de repente las vi con nitidez, pero no eran unas luces normales y corrientes, ya que estas eran unas luces titilantes como llamas que flotaban a unos cuatro o cinco metros de altura, pero de variados colores, que iban desde el rosa al azul, y de ahí, al naranja. Entonces, lo atribuí a que habíamos bebido demasiado en la cena, pero esa noche tuve sueños perturbadores, soñé con extrañas apariciones en el palomar y voces que suplicaban ayuda desaforadamente.
Cuando a la mañana siguiente me levanté, pese a estar cansado debido a la ligereza e inestabilidad de mi sueño, desayuné y me encaminé decidido a investigar que estaba pasando. Lo primero de todo fue interrogar a varios de los obreros, y todos coincidieron en algo que me pareció sumamente extraño, que todos ellos habían visto luces blancas o amarillentas, como si fuesen de una bombilla, nada comparable a lo que yo vi la noche anterior. El próximo paso era hablar con el señor Arthur Dupont, el anterior dueño, y tratar de averiguar si le había ocurrido algo así, por lo que concerté una cena con él esa misma noche. Después de un rato de agradable conversación, me atreví a sacarle el tema de una manera casual:
-Me comentaron los obreros que por la noche sufrieron algún que otro suceso extraño, ¿le ha ocurrido algún suceso de índole desconocida en su tiempo en la mansión?
-No me diga que va a dar bola a las habladurías de unos simples obreros, Dubois, ¿acaso está asustado? -inquirió Dupont en tono de mofa.
-No, la verdad es que no, pero ya conoce usted mi interés por estos temas, que podríamos llegar a considerar forteanos.
- ¿En serio lee las barbaridades que escribe ese loco de Charles Fort? Le creía un hombre de ciencia, Dubois.
-Que lo lea no quiere decir que lo crea, aunque sí que tiene razón cuando dice que ocurren cosas que escapan a la comprensión de la ciencia actual, piense en las fotografías de William Hope, es algo extraño...
-No seré yo el que se lo niegue, pero que sea extraño no quiere decir que sea verdad.
-Desde luego que no, pero nos estamos desviando de la pregunta original, ¿vivió usted algo inexplicable durante su estancia en la mansión?
-Ahora que lo dice, yo no lo viví, pero algunos criados dicen haber oído gritos en el palomar, cosa que descarté inmediatamente, ya que, como se habrá percatado, soy un hombre escéptico respecto a lo paranormal.
Después de escuchar esta declaración por parte de Dupont me quedé completamente paralizado, ya que las dos cosas que había soñado ya habían sido vividas por otra gente anteriormente, lo cual significaba que de verdad en ese palomar había algo raro, entonces me retiré con la excusa de que era tarde, pero lo que de verdad me importaba era volver a ver el palomar e investigar lo que fuese que estuviese pasando ahí. Al llegar a casa me decidí a dormir unas horas para tener la mente más lúcida y que mis investigaciones al día siguiente fuesen más fiables y de mayor calidad, además, quería ver si volvía a soñar con ello, lo cual ocurrió, pero sin ninguna novedad, soñé exactamente lo mismo que la noche anterior.
Al levantarme al día siguiente, me dirigí directamente al palomar donde después de largas horas de observación minuciosa me di cuenta de que había unas extrañas escrituras en la base de uno de los reposos de las palomas en un idioma que después descubrí que era gaélico, copio aquí el texto literalmente: “chan urrainn ach teaghlach ar sàbhaladh, chan eil fios aig duine dè a thachras a-màireach”, lo cual se traduciría como: “solo la familia puede salvarnos, nadie sabe lo que va a pasar mañana”. En ese momento me di cuenta de que el problema de esa casa solo podía ser resuelto por mi famila.
Contacté con varios amigos que tengo en el mundo del espiritismo y la brujería y entre todos llegamos a la conclusión de que en ese palomar habían pasado crímenes que no permitían desacansar a quienes los habían sufrido, por lo que decidimos que lo óptimo allí era realizar un exorcismo, después de lo cual, misteriosamente, esa inscripción gaélica desapareció y, desde entonces, lo único extraño que ocurrió fue cuando soñé que aparecía una mujer y me agradecía por lo que había hecho por su familia, ya que fueron asesinados donde se aparecían por un culto a un antiguo y sangriento dios galo que mantuvo mi familia durante cientos de años, ya que el primer documento que hay de ello data de la época de Carlomagno y ya lo trata como algo muy antiguo. El culto actualmente está extinto, ya que se acabó con la parte de mi familia que murió en la Revolución. Entonces le pregunté el porqué yo veía las luces diferente a como las veían los demás, y resultó ser que, al ser de la familia que perpetró los asesinatos, solo bajo mi iniciativa se podía remediar. También me explicó que el color de las llamas indicaba la edad que tenían al morir, según más cerca estuviesen de la niñez, más cerca estaba la llama del rojo, y según fuesen más mayores, más se acercaba al violeta. Desde entonces me siento mucho más liberado, no tengo estrés y creo que he liberado de un peso a mi familia, ya que, si no, por la locura de mis antepasados habría sido un problema que habrían heredado mis descendientes.
Asier Pereira Regidor (1º Bachillerato)
2º Premio. Concurso de Relato Corto 2023/2024
IES VALLE DEL HENARES
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